sábado, 7 de enero de 2017

"ZAZEN Y VIDA COTIDIANA SON NO DOS" Eihei Dogen

                                               
Después de vivir dos años y medio en el Monasterio Budista Zen Luz Serena y de haber tomado los hábitos de monja, empiezo a comprender las palabras de Eihei Dogen, maestro budista japonés fundador de la escuela Soto Zen en Japón, cuando habla de que “Zazen (meditación sedente) y vida cotidiana son no dos”
Meditar cada día por la mañana, meditar cada día por la noche, me lleva a un estado de vibración en el que no importa que esté meditando en el dojo, o que esté cocinando en la cocina, o comiendo, o dando un paseo entre los pinos. Zazen es para mí un acto de abandono, una manera de soltar las capas enquistadas en la mente y en el cuerpo, de vaciarme por dentro y conectarme directamente con el universo, desde el amor y el agradecimiento de estar viva, de experimentar el cuerpo y la mente, sin el cuerpo y la mente formando parte de un Todo.
Cuando apago la voz de la mente, cuando el silencio sucede, el universo entero eclosiona en el interior del cuerpo. Y aunque todo lo viva a través del cuerpo, éste se vuelve permeable, incluso en determinadas ocasiones se expande sin las aristas y contornos que lo delimitan normalmente, ya sea en zazen o en la vida cotidiana, generando un gozo y una felicidad que ni siquiera soy capaz de describir.
Una de las experiencias más gratificantes para mí es la comida con los cuencos oryoki, durante los retiros de meditación zen. El hecho de comer en silencio y en estado meditativo, me lleva a tomar conciencia de cómo los alimentos que voy ingiriendo nutren mi cuerpo, de cómo se convierten en sangre, de cómo fortalecen mis huesos, de cómo me permiten acceder a la vida. Experimentar la grandeza de los alimentos en el cuerpo es un acto de amor hacia la vida, un acto de agradecimiento hacia la tierra que nos alimenta y que generalmente ignoramos y maltratamos. Sentir los nutrientes del campo a través de las frutas y verduras como el calcio, el fósforo, el magnesio, el azufre…, el oxígeno del aire, el agua del riego y de la lluvia. Sentir el universo entero generando las circunstancias idóneas para que esto suceda. Aunque construyamos ciudades de asfalto, aunque vivamos en torres de cemento, imposible vivir de espaldas a la naturaleza, porque la naturaleza está dentro de nosotros mismos, nos alimentamos de ella cada día.
Zazen es para mí una actitud ante la vida cotidiana que va más allá de estar sentada sobre el cojín de meditación, es un estado de conciencia que lo abarca todo y que actualiza, en cada momento, nuestra auténtica naturaleza búdica y sagrada. Cuando el cuerpo, quieto en estado meditativo, o tendido sobre la cama, o caminando entre los pinos, o sentado sobre las rocas junto al mar sintiendo el sol del atardecer en el rostro, se diluye con la respiración, ni siquiera soy un cuerpo respirando, soy tan solo una energía vibrando en medio del universo, un  amoroso estado de conciencia que hace que me sienta en casa, esté donde esté y haga lo que haga. No hay separación, no hay dualidad posible porque todo está en todo y separarnos de ese Todo es lo que nos genera dolor y sufrimiento.





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